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Conocí Gizalde a través de una amiga que me dijo “Arantxa, tú lo que tienes que hacer es salir de casa, contactar con Gizalde y hacer voluntariado”. Me apetecía trabajar con personas mayores, desde niña he tenido una relación muy profunda con mis abuelas y estoy sensibilizada con las situaciones de soledad o aislamiento.

En Gizalde, después de entrevistarme, me propusieron varias alternativas y la que mejor encajó con mis expectativas fue Adinkide. Allí, mi labor es básicamente de acompañamiento, acompaño a una mujer algunos días a la semana y desde que me la presentaron tuvimos una conexión especial; tenemos gustos comunes, a las dos nos gusta la poesía y hemos desarrollado una relación de amistad y respeto.

Cada vez hay más personas mayores y deberíamos crear una red de ayuda, antiguamente esa red existía, y sigue existiendo en otros países, pero aquí ha desaparecido poco a poco y ahí es donde el voluntariado se convierte en imprescindible.

Creo que llevo unos seis meses colaborando con Adinkide y está siendo una experiencia super gratificante y positiva 100%. El voluntariado me ha cambiado la vida, me está ayudando a estar activa, a que no “se me caiga la casa encima” y en general, tengo la sensación de que estoy recibiendo más de lo que doy.

 
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